Eres lento, tu habilidad y rapidez táctil no supera la de un
manco de nacimiento pero aún conservas la inocencia. Crees que esa habilidad la
desarrollarás a base de cabezonería y millones de horas de juego. Realmente te
crees tus propias hipótesis basas en la nada hasta que llega el duro choque con
la realidad, que en el mundo del videojuego online no es otra que te emparejen
en una partida contra un coreano.
Creo que sería interesante que algún nutricionista o
sociólogo realizara un estudio de campo sobre la alimentación, la educación o
el adoctrinamiento físico y mental al que son sometidos esos chavales. O tiene
que ver algo con esto o es que su robótica está tan desarrollada que han
mezclado a humanos con robots y ni nos hemos dado cuenta.
Comienza la partida. Te plantas y decides defender a capa y
espada tus horas de “trabajo” y defender tu orgullo gamer simplemente
planteándote un objetivo básico pero lamentable; no morir.
El coreano empieza la partida tanteándote porque, además de
ser más hábil que tu, parece tener también más cerebro. Como observas que es
pasivo te confías y decides ir a por todas y comienzas a cavar tu propia tumba.
Vas a por él, haces uso de toda tu experiencia, entonces el
coreano hace algo que ni siquiera sabías que era posible hacerse y… te humilla. Fin de la partida, a partir
de ahí todo va rodado, para él claro.
Jamás comprenderé cómo son capaces de desarrollar tal
agilidad manual estos especímenes de más de 100 kilos cuya muñeca no puede doblarse
más de cinco grados por la acumulación de grasa en la misma.
Si te encuentras con uno de ellos, huye o sufre las consecuencias.
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