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martes, 4 de junio de 2013

Hola, soy coreano, ¿con qué meñique te gano?


Eres lento, tu habilidad y rapidez táctil no supera la de un manco de nacimiento pero aún conservas la inocencia. Crees que esa habilidad la desarrollarás a base de cabezonería y millones de horas de juego. Realmente te crees tus propias hipótesis basas en la nada hasta que llega el duro choque con la realidad, que en el mundo del videojuego online no es otra que te emparejen en una partida contra un coreano.

Creo que sería interesante que algún nutricionista o sociólogo realizara un estudio de campo sobre la alimentación, la educación o el adoctrinamiento físico y mental al que son sometidos esos chavales. O tiene que ver algo con esto o es que su robótica está tan desarrollada que han mezclado a humanos con robots y ni nos hemos dado cuenta.

Comienza la partida. Te plantas y decides defender a capa y espada tus horas de “trabajo” y defender tu orgullo gamer simplemente planteándote un objetivo básico pero lamentable; no morir.

El coreano empieza la partida tanteándote porque, además de ser más hábil que tu, parece tener también más cerebro. Como observas que es pasivo te confías y decides ir a por todas y comienzas a cavar tu propia tumba.

Vas a por él, haces uso de toda tu experiencia, entonces el coreano hace algo que ni siquiera sabías que era posible hacerse y… te humilla. Fin de la partida, a partir de ahí todo va rodado, para él claro.

Jamás comprenderé cómo son capaces de desarrollar tal agilidad manual estos especímenes de más de 100 kilos cuya muñeca no puede doblarse más de cinco grados por la acumulación de grasa en la misma. 

Si te encuentras con uno de ellos, huye o sufre las consecuencias.





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