Era uno de estos días, en los que la pereza echa un pulso al
aburrimiento y gana cual coreano con los dedos bañados en wnistrol.
De repente decides
salir de tu caverna y actualizar tus
redes sociales y en cuanto te conectas te abordan con propuestas de ocio social
que implican abandonar el confortable agujero en el que has estado escondido.
Obviamente, como gamer en uso de todas tus facultades,
respondes que estás demasiado ocupado
como para tener vida social. ¡Qué conveniente y friki contradicción! Porque, si
eres un gamer de pro sabes que con ese tiempo que le robas a tu vida social lo
más provechoso que vas a hacer es comprobar empíricamente cuantas maneras,
fauna y oportunidades hay en tu habitáculo de robar el tiempo que te has robado
a ti mismo.
Es en esta coyuntura en la que te planteas ahondar más en
tus pequeñas idiosincrasias de ermitaño. Abres Google Chrome, miras el doodle
del día, mantienes el ratón sobre él para saber sobre que trata. Si no sabes a
qué narices hace referencia ese doodle, lo buscas en internet y juntas toda la
información que para el resto de tareas de la vida cotidiana considerarías superfluas
e inútiles.
Cuando te has cansado de evitar el contacto humano de esta
manera tan culturalmente enriquecedora,
empiezas a ver los capítulos que han salido esa semana sobre las series que
sigues y si ya los has visto, los vuelves a ver. Al fin y al cabo nada te
espera ahí fuera.
La cosa va degenerando y comienzas a tantear la delgada
línea que separa al friki estándar del que ya no tiene remedio; las series de anime que, como a España
siempre llegan tarde, acabas viendo subtituladas en japonés.
No contento con ello, empiezas a ver series cada vez más
absurdos e intrascendentes cuyo argumento estrella es la frustrante y/o/u
inexistente vida sentimental de un correctísimo pero pardísimo adolescente japonés. Menudo nido de
frustraciones se ha montado en Japón, pensarías si fueras una persona normal y
corriente.
De repente, maltratado por el aburrimiento de las limitadas
limitaciones de internet, reparas en que es un viernes por la noche y te apetece salir a que te dé el aire fresco
pero…,¿dónde están mis amigos? Manda narices que no me hayan avisado para
salir, menuda panda de desgraciados que solo saben mirarse el ombligo y no se
acuerdan de ti…
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