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lunes, 10 de junio de 2013

¿Quién quiere amigos cuando tienes conexión a internet?


Era uno de estos días, en los que la pereza echa un pulso al aburrimiento y gana cual coreano con los dedos bañados en wnistrol.
 De repente decides salir de tu caverna y actualizar tus redes sociales y en cuanto te conectas te abordan con propuestas de ocio social que implican abandonar el confortable agujero en el que has estado escondido.

Obviamente, como gamer en uso de todas tus facultades, respondes que estás demasiado ocupado como para tener vida social. ¡Qué conveniente y friki contradicción! Porque, si eres un gamer de pro sabes que con ese tiempo que le robas a tu vida social lo más provechoso que vas a hacer es comprobar empíricamente cuantas maneras, fauna y oportunidades hay en tu habitáculo de robar el tiempo que te has robado a ti mismo.

Es en esta coyuntura en la que te planteas ahondar más en tus pequeñas idiosincrasias de ermitaño. Abres Google Chrome, miras el doodle del día, mantienes el ratón sobre él para saber sobre que trata. Si no sabes a qué narices hace referencia ese doodle, lo buscas en internet y juntas toda la información que para el resto de tareas de la vida cotidiana considerarías superfluas e inútiles.

Cuando te has cansado de evitar el contacto humano de esta manera tan culturalmente enriquecedora, empiezas a ver los capítulos que han salido esa semana sobre las series que sigues y si ya los has visto, los vuelves a ver. Al fin y al cabo nada te espera ahí fuera.

La cosa va degenerando y comienzas a tantear la delgada línea que separa al friki estándar del que ya no tiene remedio; las series de anime que, como a España siempre llegan tarde, acabas viendo subtituladas en japonés.
No contento con ello, empiezas a ver series cada vez más absurdos e intrascendentes cuyo argumento estrella es la frustrante y/o/u inexistente vida sentimental de un correctísimo pero  pardísimo adolescente japonés. Menudo nido de frustraciones se ha montado en Japón, pensarías si fueras una persona normal y corriente.

De repente, maltratado por el aburrimiento de las limitadas limitaciones de internet, reparas en que es un viernes por la noche y te apetece salir a que te dé el aire fresco pero…,¿dónde están mis amigos? Manda narices que no me hayan avisado para salir, menuda panda de desgraciados que solo saben mirarse el ombligo y no se acuerdan de ti…




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